y corro a abrirte
Pudo ser ayer o hace un verano,
en una tarde de esas tontas
cuando andaba a saltos de los trenes
o bebía ron con esos guiris.
Pero no, te empeñas en venir
justo a esta hora,
cuando no llueve ni hace frio,
y estoy triste, y ya no tengo
ganas de abrir mi sangre a nadie.
En fin, es justo ahora,
com la olla por los suelos,
y unas ganas de morirme
a cualquier precio, cuando escucho
tus pasos en la hierba,
y llamas, llamas ... dios!,
y corro a abrirte.
Violeta C. Rangel
La posesión del humo, 1997
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